HOY OS DEJAMOS LA PROGRAMACIÓN DE COLECTAS DE SANGRE PARA EL MES DE JUNIO DEL PRESENTE AÑO. ÁNIMO Y A SEGUIR DONANDO.
domingo, 31 de mayo de 2015
miércoles, 27 de mayo de 2015
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viernes, 22 de mayo de 2015
EL
CONFIDENCIAL
VENTANA
AL CONOCIMIENTO.
El bando
republicano usó sangre de muertos para salvar a los vivos en la Guerra Civil
·
11/09/2012
Un nuevo estudio desvela que varios médicos extranjeros ensayaron las
transfusiones con sangre de cadáver para tratar de salvar a los heridos en el
conflicto
Norman Bethune realiza una transfusión a un herido durante la Guerra Civil
/ Library and Archives Canada
El 14 de
enero de 1938, un fuerte bombardeo barrió el pueblo de Cuevas, cerca de Teruel.
Un poeta de Nueva Orleans metido a conductor de ambulancia llamado James
Neugass condujo entre los escombros hasta el pequeño hospital de la localidad.
En el patio encontró a cuatro oficiales de caballería muertos que yacían en
camillas mientras un hombre alto y delgado se acuclillaba junto a uno de ellos.
“¿Qué demonios
estás haciendo, Saxton?”, preguntó Neugass, que conocía a aquel doctor
británico afiliado al partido comunista del Reino Unido llamado Reginald
Saxton. El año anterior, la Sanidad Militar de la República había
encargado a Saxton la creación de un hospital a medio camino entre Madrid y Valencia
para atender a los heridos del frente. Desde entonces, toda su obsesión fue
reunir sangre de donantes para abastecer al enorme número de pacientes que
recibía su centro.
Aquella
mañana de invierno, Saxton tardó en responder a la pregunta de Neugass. Este se
acercó y, mirando por encima del hombro de Saxton, vio una gran jeringa
llenándose de sangre. “Luces púrpura oscurecían la barra de rubí”, escribió el
poeta en su diario. Después Saxton se levantó y contestó: “Es una nueva técnica
soviética”.
“Su mala suerte ha sido nuestra buena
suerte”
Meses antes, las vidas de un puñado de médicos y
científicos extranjeros se habían cruzado en España de forma decisiva. Entre
ellos estaba el canadiense Norman Bethune, a quien el dictador Mao Tse Tung dedicaría un libro que fue lectura
obligada en China. También estaba Herman Muller, un desengañado del comunismo
de Stalin que ganaría el Nobel de Medicina por dilucidar los efectos nocivos de la radiación. Ambos habían
llegado a España para colaborar con el Gobierno de la República aplicando sus
conocimientos al tratamiento de los heridos, especialmente a través del uso
pionero de la transfusión de sangre. Más de 70 años después, cuando todos los
protagonistas de esta historia han muerto, nuevos documentos apuntan a
que aquellos hombres investigaron una técnica tan novedosa como desesperada
para salvar vidas: el uso de sangre de cadáveres en transfusiones a vivos.
Investigación
de guerra
Mucho se ha hablado de que España fue un campo de
pruebas durante la Guerra Civil. En este país se ensayó armamento fabricado en Alemania
y en la Unión Soviética y también se comprobaron los efectos de los
primeros bombardeos
indiscriminado ssobre la
población civil.
La medicina fue otro campo de pruebas menos explorado,
aunque sus resultados salvaran miles de vidas en lugar de aniquilarlas. Si hubo
un médico extranjero que encarne esta realidad es Norman Bethune, un convencido
comunista nacido en Ontario que se había especializado en cirugía torácica con
la voluntad de aliviar al mundo de la carga de la tuberculosis. En contra de
sus planes, Bethune acabó en España, donde salvó “cientos o miles de vidas”
gracias a sus nuevas técnicas de transfusión de sangre. Así lo explica David Lethbridge, profesor del Departamento de Psicología del Okanagan
College (Canadá), en un reciente artículo publicado en el Boletín
Canadiense de Historia Médica.
Basado en el testimonio de Neugass, cuyos diarios han sido publicados recientemente, y las notas del
cuaderno de Muller, el premio Nobel, Lethbridge asegura que Bethune y su equipo
estudiaron durante meses el uso de sangre de cadáveres para trasfundir a
heridos y que este se puso después en práctica gracias a Saxton, el hombre que
extraía sangre de los oficiales muertos aquel 14 de enero de 1938.
80%
de las
extracciones de sangre realizadas durante la contienda se atribuyen a
Bethune, según el estudio
“Rara vez
tenemos una ocasión así”, dijo Saxton aquella mañana, según el testimonio de
Neugass. El médico explicó que los militares habían muerto asfixiados en una
trinchera al caerles encima un montón de escombros. Sus “camaradas” les habían
desenterrado y llevado al hospital ya muertos, pero “aún calientes”. “Su mala
suerte”, dijo Saxton, “ha sido nuestra buena suerte. Se nos acaban las
donaciones y el camión de transfusiones está ocupado”, explicó el militar.
Norman Bethune posa junto al camión de transfusiones de campaña que puso en
marcha durante la guerra. / L.A.C.
El camión de
transfusiones era la joya de la corona de la Sanidad Militar Republicana. Era
una unidad móvil, equipada con neveras, que transportaba litros de sangre
hasta el frente. Su creador, Norman Bethune, la había ideado para llevar, por
primera vez en la historia, la sangre a los heridos, y no al revés.
El corazón del sistema creado por Bethune era el
Instituto de Transfusión Hispano-Canadiense. El edificio, en el número 36 de la calle
de Príncipe de Vergara de Madrid, fue uno de los primeros bancos de sangre creados en España
y también en el mundo. Las técnicas de transfusión que hoy se dan por hechas
estaban aún en pañales en 1937. Bethune ideó y estableció el sistema de
donaciones civiles para abastecer el frente. También perfeccionó las técnicas
para mantener la sangre en buenas condiciones durante semanas y creó las
unidades móviles con las que hizo historia. Bethune y su unidad fueron
responsables de casi el 80% de
todas las extracciones hechas durante la guerra, señala el estudio de Lethbridge.
“Los hombres mueren
pero la sangre sigue luchando en otras venas”
El Instituto
de Bethune no solo era una unidad de intervención directa en tiempos de guerra
sino también un centro de investigación en el que se intentaban “resolver los
muchos misterios de la sangre, su naturaleza celular, las causas de su
deterioro y las técnicas para preservarla”, explica Lethbridge. “Tenemos una
idea que permitirá mantener la sangre durante mucho más tiempo del que se creía”,
le explicó Bethune a un periodista en febrero de 1937. “Puede que averigüemos
cosas muy interesantes”, añadió.
Poco después
llegó al Instituto Herman Muller, un genetista estadouniense que había pasado
años investigando los daños genéticos de la radiación en la Unión Soviética.
Había abandonado el país asqueado por la represión estalinista y su ciencia
oficial contraria a la teoría de la evolución. La URSS era entonces pionera de
los bancos de sangre (creó el primero del mundo en 1926). En menos de una
década el sistema se perfeccionó con dos grandes centros en Moscú y Leningrado
cuya organización a base de donaciones civiles sorprendieron al mundo durante
el Primer Congreso Internacional de Transfusión Sanguínea, que se celebró en
Roma en 1935, cuenta Lethbridge. Ningún otro país asistente tenía algo
parecido.
Sangre de cadáver
Un año después, el médico ruso Serguei Yudin publicó
un estudio rompedor en el que demostró en más de 900 casos que la sangre de los
muertos podía ser transfundida con éxito a los vivos. La sangre podía
conservarse durante semanas en una nevera y había permitido a Yudin pasar de
una situación de escasez de sangre en su clínica a abastecer a otros centros
sanitarios. La “nueva técnica soviética”, como la llamó después Saxton, fue
publicada en detalle en The Lancet en 1936.
«Es obligación de la República Española organizar un
abastecimiento de sangre de cadáver a gran escala»
REGINALD
SAXTON
Médico británico de las Brigadas Internacionales
Médico británico de las Brigadas Internacionales
Un puñado de hojas manuscritas por Muller durante su
estancia en la unidad de Bethune demuestran ahora que el investigador intentó
llevar la técnica de Yudin al mismo frente para salvar vidas. En aquellas
notas, conservadas en la Biblioteca Lilly de la Universidad de
Indiana, Muller
habla de sus investigaciones extrayendo sangre de cadáveres y estudiando sus
propiedades. También hay notas sobre el instrumental necesario para extraer la
sangre de los caídos. En una ocasión, confiesa que comentó con Bethune y con su
compañero, el doctor Grande Covián, su idea de inyectarse la sangre de un
muerto, relata Lethbridge. La idea nunca se puso en práctica porque el fluido
se coaguló antes de tiempo.
En abril de
1937 Muller se marcha de España y sus investigaciones quedan aparentemente
suspendidas. Nunca fueron publicadas, lo que impide detallar si llegaron a
transfundir esa sangre a vivos. “Nuestro material es incompleto en el mejor de
los casos y mucho de lo sucedido es aún oscuro”, reconoce Lethbridge.
Llamamiento
al Gobierno
Muller acabó aceptando un puesto en la Universidad de
Indiana en 1945. Un año después ganó el Nobel trabajando en un campo totalmente
diferente al de las transfusiones, en concreto, los daños de la radiación en la
salud humana muy poco después de que EEUU lanzase las bombas atómicas de Hiroshima y Nagasaki. Pero tal vez sus cortas investigaciones en Madrid
llegaran más allá, especula ahora Lethbridge.
Casi al
mismo tiempo que Muller llegó al Instituto de Bethune, el británico Reginald
Saxton también llamó a la puerta del número 36 de Príncipe de Vergara. El
Gobierno le había encargado crear un nuevo hospital de campaña para atender al
creciente número de heridos en los combates del río Jarama. En los primeros
cinco días recibieron más de 700 heridos, lo que hacía esencial tener un buen
banco de sangre, relata el estudio de Lethbridge. Saxton encontró en Bethune
una especie de “hada madrina” que le enseñó cómo organizar la extracción de
sangre a civiles y dirigir su propio banco de sangre. Saxton visitó el
Instituto varias veces y Bethune le llevó material necesario a su hospital de
campaña.
Saxton realiza una transfusión en el hospital de campaña cerca de Bisbal de
Falset (Cataluña) en julio de 1938. / Bates Winifred/Imperial War Museum
De Saxton es una de las pocas descripciones médicas de
primera mano que existen del Instituto Hispano-Canadiense de Tranfusión. Se
publicó en The Lancet y en ella Saxton exigía al Gobierno de la
República que permitiese las transfusiones de muertos a vivos. “La única forma
de salvar estas vidas depende del uso de la sangre de cadáveres almacenada
descrita por S. S. Yudin. En mi opinión, es obligación de Sanidad Militar de la
República Española organizar un abastecimiento de sangre de cadáver a gran
escala”, escribió Saxton en 1937. El Gobierno de la República nunca le hizo
caso.
Lo último que se sabe del asunto es lo sucedido aquel
14 de enero de 1938. Lo escribió Neugass, el poeta sanitario de la
Brigada Abraham Lincoln, en su diario. Aquella mañana, al
ver el sombrío panorama en el patio del hospital, le insinuó a Saxton si iba a
usar la sangre de los oficiales muertos para una transfusión.
“Bueno,
primero tengo que determinar de qué tipo es y probarla… pero ¿por qué no? Tengo
que darme prisa”, contestó el médico.
Neugass
continúa la entrada de ese día con unas frases teñidas de fervor político que,
70 años después, sólo provocan tristeza: “Ahora entiendo por qué debemos ganar.
Los hombres mueren pero la sangre sigue luchando en otras venas”.
El occidental que se ganó a Mao
Cartel chino con Mao y Bethune
David Lethbridge, reconocido izquierdista, quiere que
se honre a Bethune y su equipo por su ensayos hasta ahora eran desconocidos. El
médico ha sido elogiado por su labor de organización médica y las transfusiones
de campaña, pero su otro papel como investigador de nuevas técnicas ha pasado
totalmente desapercibido. “Durante unas semanas de la primavera de 1937,
Muller, Saxton y Bethune se unieron en un intento parcialmente exitoso de
aplicar los rompedores descubrimientos de Yudin en una zona de guerra”, escribe
Lethbridge. “El trabajo con sangre de cadáver es una faceta minusvalorada del
trabajo médico que Bethune realizó en España y prueba su total devoción por el
Gobierno republicano y el movimiento antifascista”, concluye el autor.
Bethune se marchó de España en mayo de 1937, en parte
por su desacuerdo con los mandos y la excesiva burocracia republicana. Su
destino fue China, donde había comenzado una guerra con Japón en la que se
necesitaba sangre para transfusiones a toda costa. Bethune organizó el servicio
médico de campaña. Un día de 1939 se hizo un corte en el dedo mientras operaba
a un herido. En noviembre de ese año, débil y cansado, murió cerca del frente,
muy posiblemente por una infección de la sangre ocasionada por aquel corte.
Durante décadas, Bethune fue un desconocido
en su país natal, mientras todos los escolares chinos conocían su labor,
ensalzada como ejemplo comunista por Mao Tse Tung en el ensayo En
recuerdo de Bethune. Antes de su partida en mayo del 37, las autoridades
republicanas dieron a Bethune uno de los honores más elevados que se
concedieron a un extranjero durante la contienda. A partir de los 60 y 70, Canadá recuperó a
Bethune, sobre el que se hicieron documentales y al menos dos películas en las
que el actor Donald Sutherland interpretó al médico.
viernes, 15 de mayo de 2015
martes, 12 de mayo de 2015
MARATÓN DONACIÓN DE SANGRE.
El pasado día 7 se celebró el VIII Maratón de Donación de Sangre en el Pabellón Municipal "Rafael Florido" de Almería, organizado por el Centro de Transfusiones Sanguíneas de Almería. Nuestra Asociación colaboró, como todos los años, dando apoyo al Centro de Transfusiones y sobre todo a los donantes que por allí pasaron.
Os dejamos unas fotos de evento y recordaros que hay que seguir donando, no solo en los maratones, sino siempre que podáis.
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